Una suerte de gurú. Un gurú existencialista, intenso. Pretty
much de lo último, de gran tamaño. Quizás no exista, quizás lo haya inventado
yo bajo la necesidad. Necesidad de verme escuchada, de sentirme vista, de
escucharme sentida. Tenemos tanto en común que a veces asusta, para bien y para
mal. Sé que no me gusta empezar un libro si el que estoy leyendo ahora no lo
terminé… pero hay ciertos libros que se hacen notar, te dan ganas de
pispearlos, de prestar atención a algunas palabras o al menos ver qué forma
tienen –su organización interna, su tapa-.
Por el carácter de gurú es que sonrío. Hay muchas
experiencias de desprender, de animarse, de búsqueda-de-lo-que-a-uno-le-hace-bien
que llaman mucho mi atención y dan vueltas por mi mente que está en todo mi
cuerpo. Yo siento que es porque quiero eso en mi y me obligo a aprenderlo.
Me obligo a aprender. Y aprendo que nada es casual, lo
confirmo, reconfirmo, rereconfirmo. Nada es casual. Hay personas que aparecen
en momentos de la vida que empujan, te dan el envión para seguir yendo por el
camino correcto (que siempre es el que se elige). Hay varios gurús a la espera
de aparecer en la situación que les corresponde y sólo están el tiempo necesario,
ni más ni menos.
No dar muchas vueltas al asunto
ni dar nombre
o etiquetas
o
apurar el curso natural.
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