16 de julio de 2012

Nueva era - autodescubrimiento.

Camino y tropiezo.
Me busco.
Me gusta viajar.
Soy de las que no dicen no muy a menudo.
A veces callo y a veces canto.
En mi fluyen sonidos
y cuando salen, lloro.
Quizás de sensible,
quizás de vergüenza.
El tren sigue.
Pagar una entrada para ver gente
que se hiere no me resulta
entretenido.
Siento miedo.
Volar tan alto no es muy mío.
Vivir en las alturas, sí lo es.
El último día de la semana es el que quiero todos los días.
La felicidad no la compro,
pero sí la tengo.
Mariposas y música. Todo eso.
Digo todo porque no es tan poco.
Mis raíces son lo que más me importa.
Soy acá, hoy y ahora.
(Quiero ser siempre.)

Pasado oscuro

Mis caras todas se esconden detrás de esa coraza de hierro que con tantos candados y llaves filosas cerré.
Vi cómo te gusta encontrar esas llaves y abrir poco a poco las puertas que yo misma construyo, dejando libres los fantasmas de mi pasado y presente que tanto me perturban.
Recuerdos guardados, sentimientos pisados en el centro de la Tierra de quienes con tanta seguridad hablás. Y cada palabra apuñala mi más profundo sentido y aclara lo que yo siempre supe y nunca me atreví a admitir. Curiosidad tuya que desnuda y saca a la luz las miles y miles de heridas abiertas a cuyo dolor me acostumbré.

(No te sientas mal, no es una crítica. Es el producto de todos esos rencores que tengo a flor de piel y la vulnerabilidad a la que estoy expuesta cuando me mirás así.)
Te escuché, te miré, te busqué tantas veces en tantas almas y en tantos surcos profundos e indefinidos, probablemente irreales; con la certeza y quizá tristeza de verte escondido y nítido detrás de esa ventana, jugando a no ser vos y a no ser quién, riendo para vos entre humos que nublan el licor y prometen cambios o curas. Tus ojos pensantes y confusos y llenos de ira; sí, esa violencia arremangada y lista, siempre lista aguardando el momento justo para golpear mi talón de aquiles y así declarar tu victoria.